Olek, estuvo en 2013 realizando la exposición Santa Ágatha, la torera, para la galería
Delimbo. Mientras estuvo en la preparación de la exposición asistió a cursos de flamenco, una corrida de toros y colaboró
con la diseñadora Pilar Vera en la confección de un traje de flamenca hecho de
croché.
«Me interesa el balance
entre lo masculino y lo femenino, la
lucha encarnada en el ruedo. Me gustaría ejemplificar ese juego
de energías entre el toro y el torero envueltas en la espectacularidad de una
corrida», defiende Olek. De hecho, «la torera» es la coletilla que acompaña el
nombre de su exposición en Sevilla. «La torera es porque lucha por sus
derechos, por su independencia. El torero es esa persona que tiene valor. La
torera es porque lucha contra esa masculinidad retrógrada», explica la
neoyorquina. Para transmitir su mensaje, usará hilo y aguja.
«Para mí, el crochet es la
lengua con la que me comunico con el mundo. Al igual que en cualquier pieza de
croché, todo está interconectado, si se corta un hilo se deshace el todo»,
argumenta la artista. «El croché se puede hacer y deshacer, como un bucle, algo
sin final. Todo es
una espiral, algo inacabado. He ahí una simbología interesante
de esta técnica», defiende la neoyorquina.
Pero, ¿es arte? «Mi abuela
hace croché pero no hace arte; la gente pinta pero no necesariamente hace arte;
el croché, al igual que la pintura, es la técnica. El significado se lo doy yo.
¿Algo habrá en mi obra para que haya entrado en museos de arte
contemporáneo? Todo
puede llegar a ser arte pero no todo es arte, sentencia Olek.
«¿Hace Duchamp arte? Lo
que es y lo que no es arte no está definido, no hay una frontera, lo
importante es que al ver una obra te transmita algo y provoque un cambio. Eso
es lo importante, no que alguien interprete mi obra como arte o no arte»,
defiende la neoyorquina.
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